La ruleta rusa. Cuestión de dinero

La ruleta rusa. Cuestión de dinero

Las vacunas del COVID ya están aquí, por fin ha llegado el momento… que no lo estropeen los políticos… los científicos han conseguido una de las proezas más increíbles del último siglo, conseguir una vacuna eficaz y segura en tiempo récord era un trabajo titánico al alcance de muy pocos.

Y señores… objetivo cumplido. Pero el ser humano es así, desconfiado por naturaleza y ahora no hace más que poner en duda el trabajo de los investigadores con la irresponsable ayuda de las teorías conspiratorias. ¿En serio te vas a creer que nos van a inyectar chips microscópicos para localizarnos en todo momento y controlarnos al más puro estilo de George Orwell en su novela 1984? 

Dudamos porque desgraciadamente nos han mentido siempre, los políticos, los medios de comunicación, las instituciones, nadie se parte la cara por decir la verdad, por que la verdad duele y no vende. Y no nos engañemos, esto muchas veces va de vender, de si es rentable o no, de si el negocio crece o se hunde, en definitiva, del todopoderoso Don Dinero. 

Pero tal gesta científica, ¿ES CIERTA? quisiera haceros partícipes de porque tenemos que confiar ahora más que nunca en la ciencia.

Ya no se trata de cómo sobrevivir sino más bien de cómo volver a vivir.  No vamos a jugar más a la ruleta rusa, como en la película de El Cazador de Michel Cimino donde Robert de Niro es obligado a jugarse la vida con un revolver en la mano. No se trata de dejarlo todo al azar, no hay nada más premeditado que el diseño de una vacuna.  Aunque se empeñen algunos en hacernos creer que es así, sólo es la costumbre de pensar así. Es nuestra rutina. 

En 2003 hubo un brote de SARS-COV que es una especie de coronavirus causante del síndrome respiratorio agudo grave y en 2012 se identificó el síndrome respiratorio de Oriente Medio conocido con las siglas MERS-COV. Ambos pertenecen a la misma familia de coronavirus que el virus COVID-19, lo que significa que fue aquí cuando se empezó a investigar la fabricación de una vacuna efectiva contra todos estos tipos de virus ya que se parecen considerablemente. Por lo tanto, su descubrimiento no fue hace menos de un año, si no que lleva descubierta desde hace por lo menos diez.

La realidad es que teníamos la vacuna desde hace mucho tiempo pero lo que no teníamos era la financiación necesaria para llevar a cabo el estudio. ¿Sabías que Pfizer ha invertido 1.500 millones de dólares en su fármaco asumiendo que un fracaso correría de su bolsillo?

Normalmente cuando se descubre una vacuna, comienzan SECUENCIALMENTE (y esto es muy importante) las FASES I, II y III del ensayo clínico. Es decir, empieza la FASE I, cuando se supera esta fase se pasa a la FASE II, y después a la FASE III. Pero esto siempre había sido secuencial. En la vacuna del COVID, las fases se solapan. NO es que no se hagan o se salten fases, es que se solapan. Por la necesidad de proteger a la población y debido a la letalidad del virus, se asumieron riesgos económicos que normalmente no se asumen, es decir, si la fase I no hubiera funcionado, la fase II habría empezado para nada, y eso tiene un coste. Y así sucesivamente. Es como ir al casino y poner todo tu dinero al rojo en la ruleta (esta vez no es la rusa). Y ya sabes cuál es el resultado de hacer semejante tropelía. 

Mientras tanto toda la producción para toda la población mundial comenzó a hacerse casi desde el principio, asumiendo que si no era efectiva la vacuna, algo que ya sabían que no era así por los estudios preliminares, el coste de la producción podría suponer la ruina económica de la compañía. Si alguien juega todo su dinero al rojo es porque sabe que va a salir el rojo, de lo contrario, no tiene sentido hacerlo, porque las probabilidades de ganar son ínfimas.

Estos son algunos de los puntos que, a mí personalmente, me hacen dormir tranquilo y a pierna suelta. Organismos como la Agencia española del medicamento han supervisado en todo momento las diferentes fases de los ensayos, incluso antes de la presentación formal de los resultados, razón por la cual se han podido pronunciar tan rápido con respecto a las vacunas que se han ido fabricando.

Claramente y con muy buen criterio podríamos hacer la comparativa de que el COVID tenga ya una vacuna y el VIH lleve décadas sin tener una. ¿Cómo es posible que después de tanto tiempo este virus todavía se resista al hallazgo científico del siglo? Principalmente hay dos motivos por los cuales el virus del SIDA no tiene vacuna. Uno, porque es un virus que muta muchísimo y es muy escurridizo, se escapa de las defensas del organismo muy fácilmente. Y dos, porque no es económicamente interesante. Así de crudo y así de triste. El VIH está controlado gracias a la administración de antirretrovirales que cuestan un ojo de la cara, y aportan miles de millones a las farmacéuticas que los descubrieron, si ya tienes el negocio hecho para que vas a fabricar unas vacunas que van a fagocitar los tratamientos que tanto te costaron desarrollar. No es rentable.  El COVID sí lo es, porque no tiene tratamiento y desempolvar los apuntes científicos de su vacuna perdidos en un cajón, resulta lo más efectivo en tiempo y forma. 

Y en eso estamos señores, que cada uno saque sus propias conclusiones pero no discutamos de si los científicos de ahora son más listos que los de antes, porque no lo son. Simplemente han sabido hacer muy bien su trabajo, y ¿Por qué han sabido hacer muy bien su trabajo?  Principalmente por dos motivos muy sencillos; han tenido tiempo y porque han tenido dinero. Mucho dinero. 

Aquí os dejo algunas de las vacunas más prometedoras contra el COVID-19:

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